Franco BELLUCCI
Hermoso como ...
Franco Bellucci, nacido en Livorno en 1945, comenzó a crear objetos a finales de la década de 1970, canalizando así sus impulsos destructivos y reconciliándolos, a través del uso frecuente de juguetes, con la condición infantil a la que la encefalitis l 'había asignado desde una edad temprana. Privado del habla, comenzó a producir incansablemente, por hibridación, objetos que percibimos a veces como transitorios, a veces como fetiches.
Con Franco Bellucci, si la idea de reconstrucción, incluso de reparación que tanto le gusta a Kader Attia es esencial en primer lugar, no puede ser suficiente cuando se conoce el proceso de elaboración de sus obras. En efecto, cómo no dejarse atrapar por el inmutable ritual de Bellucci, apretando contra su vientre los objetos que ata, retuerce, amasa, magulla y recompone.
Si consideramos por un momento que el vientre es percibido por ciertas filosofías orientales y griegas como el asiento del alma o, al menos, de la epithumia, el deseo, la envidia, podemos imaginar qué energía vital primordial podría animar estas creaciones. Si, además, esta operación queda huérfana de todo habla, de todo habla, pero se realiza al ritmo de la escansión gutural, del aliento ronco de Bellucci, no se puede evitar invocar la paralelo con ciertos rituales chamánicos.
A diferencia de Judith Scott, araña tejedora de capullos destinada a ocultar objetos, o Pascal Tassini, explorando las posibilidades proliferantes de los nudos, Franco Bellucci revela, sublima y resucita. Al crear quimeras, metaforiza su lucha contra la fragmentación al tiempo que otorga a sus objetos un poder absoluto de recreación. “Hermoso como el encuentro fortuito, en una mesa de disección, de una máquina de coser y un paraguas” (Comte de Lautréamont, Les Chants de Maldoror).
Su obra formó parte, en 2013, de "Banditi dell'arte" en el Halle Saint Pierre, en París, luego se benefició de una exposición monográfica en el MAD de Lieja en 2014-2015, mientras que un muro estaba dedicado a él al mismo tiempo en la Maison rouge, en París, con motivo de la exposición “art brut, colección Bruno Decharme”. esta es, bajo la curaduría de Gustavo Giacosa, su primera exposición en una galería.